Por Gabriel Chacón, coordinador local de EsLibertad Venezuela.
¿Venezuela un Estado democrático y libre?
¿En Venezuela hay democracia? ¿Se ha perdido la esperanza en una transición democrática en el país? ¿Cómo se ha llegado a este punto? ¿Cómo el Estado y su voracidad ha acrecentado su tamaño y se ha inmiscuido en todas las áreas de la vida del individuo?
Estas preguntas me llevaron a investigar cuales fueron algunas de las causas principales que explican la decadencia del régimen democrático, político, económico y cívico en Venezuela.
A lo largo del tiempo, hemos empezado a comprometer nuestra acción y abandonado nuestro derecho a participar en el desarrollo del país a manos de una entidad cada vez más voraz, cuyo gigantismo se ha ido acrecentando con el paso del tiempo, en muchas casos nos creímos beneficiarios del Estado, pero nada más alejado de la realidad, somos sus víctimas porque todo lo que permitimos que el Estado haga por nosotros suele ser casi siempre algo que dejamos de hacer nosotros mismos, es decir, durante años condenamos nuestra participación en las grandes decisiones económicas y sociales.
Con el tiempo se ha diluido nuestra capacidad de participar en estas grandes decisiones que nos afectan día a día, debido a la coacción, los mecanismos de control y disuasión ejercidos por el Estado, nos hemos ido convirtiendo cada vez más en un simple factor de producción y cada vez menos en un factor de poder.
¿El Estado es una institución confiable?
La confianza en la providencia del Estado ha sido excesiva y el estado se ha aprovechado en exceso para consolidar su omnipotencia. Ha llegado la hora de que reflexionemos y tomemos plena conciencia de las razones históricas y coyunturales que nos han conducido hasta esta encrucijada y buscar entre todos, una salida que preceda a nuestra libertad y acentúe nuestra responsabilidad, afiance los valores y principios del sistema democrático que se necesita con tanta urgencia. Una pregunta que surge al ver la situación actual del país es saber cómo el estado ha avanzado tanto entre nosotros y el individuo ha cedido terreno tan fácilmente.
¿Cómo hemos llegado hasta este punto?
Existe una anécdota narrada por el conde segura en sus memorias que puede contribuir a proporcionarnos una perspectiva histórica para responder a esta interrogante, estas memorias datan de finales del siglo XVIII y se una excursión a Venezuela, se cuenta allí que el Conde Segur con ayuda de un intérprete preguntó al indio en cuya casa se hospedaba porque cerca de su aldea no se veían otros cultivos sino sólo algunas plantas de maíz, a lo que el indio respondió “De qué serviría trabajar una cabaña de troncos de árboles y de hojas de cambur, nos bastan como casa muéveles y una cama, el calor hace inútil toda ropa, la tierra nos ofrece abundante frutos. Si cultivamos los campos no sabríamos a quién vender los productos y en este caso el gobierno nos impondría un tributo”
Está breve historia contiene las claves de que ayudan entender nuestra situación actual se descubre hasta qué punto una naturaleza rica y sobreprotectora que nos ha adoptado, a la vez de un clima benigno y riquezas naturales abundantes que no exigen otros sacrificio que el de la simple extracción, ha ido estimulando en nosotros lo que se llamaría el “Complejo del Maná”, es decir, la certidumbre de que basta con extender la mano para que el pan llueva sobre ella y por esa vía y la consolidación de políticas públicas y ayudas sociales, han fomentado la irresponsabilidad, la pereza y la sensación de que siempre algún milagro nos rescatará de la miseria, sin necesidad de que ofrezcamos nuestro esfuerzo a cambio.
A lo largo de nuestra historia, hemos sustituido esta naturaleza benigna por el estado providencial, ambos son la imagen del padre que nos alimenta y nos paraliza. La tradición de las encomiendas, de la recluta discriminatoria e injusta, de las abrumadoras cargas impositivas con las que los reyes de España grababan las colonias, los diezmos exigidos por la iglesia, los saqueos de las revoluciones en nombre de la libertad y la igualdad, han provocado en los venezolanos, un temor reverencial por el estado depredador. Además, en los primeros ciclos de evangelización la fe católica era un estímulo, una insinuación y recordatorio permanente del respeto al designio de Dios.
El dilema ¿Autocontrol o control estatal?
Y así Venezuela fue creciéndose entre dos dilemas no hacíamos nada porque lo teníamos todo y porque si lo hacíamos estaríamos enriqueciendo con ello el estado que nos oprimía. José Ortega y Gasset ya en sus escritos daba luces de que el estado se vuelve más poderoso cuando menos se comprometen los individuos que lo componen. En un estado todopoderoso los individuos delegan en él todo aquello que no se sienten capaces de realizar por sí mismo. Ortega y Gasset advirtió ya por el siglo pasado que la clave del autoritarismo y la tiranía, lo esencial de este fenómeno y el síntoma más original la inacción del individuo.
Es nuestra renuncia y desesperanza de las posibilidades de ser, de expresarnos, de lograr un cambio, lo que ha llevado al eclipse voluntario del individuo al yugo del Estado. Esto surge como una consecuencia de la falta de oportunidades, a las crecientes desigualdades, al enriquecimiento de los funcionarios públicos y los cercanos al poder, al nepotismo, a la crisis migratoria, a la debilidad del sistema judicial y la inexistencia la separación de poderes que ya había hablado Montesquieu hace más de 300 años, es por esto y mucho más que cada más personas han hallado un incentivo en ser un engranaje más dentro ese vasto cuerpo estatal, de este que lo devora lo que sirve para acrecentar aún más la omnipotencia del estado, fue Benito Mussolini quien consagró esa omnipotencia al afirmar “Todo para el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”
¿El Estado y el gobierno son la misma cosa?
En Venezuela donde se confunden con frecuencia los términos de estado y gobierno[1] la renuncia de los individuos a participar en la conducción de los intereses nacionales ha inducido a los gobiernos a pensar que la participación es una concesión caprichosa del estado y no un derecho inalienable de los ciudadanos, ninguna democracia es perfecta pero la participación de la sociedad civil en lo público es fundamental para el desarrollo y progreso de todo país.
¿Cómo el estado nos afecta en nuestra vida privada?
La intervención del Estado ha obstaculizado esta participación y proyectado su fuerza creciente, prácticamente no hay ningún área de producción, regulación y fomento sobre la cual no gravite la actividad gerencial del estado. El estado controla la importación de materias primas, las exportaciones, las investigaciones, proporciona energía, gestiona los servicios públicos en todos sus niveles, dirige el turismo, el deporte, la industria petrolera, las telecomunicaciones en esta frecuente intromisión que ya parece infinita, muestra de ello es la escandalosa cifra de que el estado cuenta actualmente con un poco más de 979 empresas estatales y ese número no parece que vaya a disminuir.
Hay abundantes pruebas de que la tendencia del estado en intervenir en todos los campos de la actividad nacional deriva en la desatención, ineficacia y decadencia de los sectores en los que incurre, cuanto más numerosa sea la responsabilidad de Estado menos eficaz será su gestión. Sumado a esto existe el problema de que algunas de las mayores empresas nacionales se confían en manos de quienes tienen conexiones políticas más allá de su idoneidad técnica.
¿Militares como nuevos gerentes de la Nación?
Prueba de lo dicho con anterioridad es el hecho de que actual presidente de PDVSA es Pedro Rafael Tellechea quien ostenta tuvo una formación militar que nada tiene relación con la dirección de una empresa como PDVSA. Además, según un estudio realizado por Transparencia Venezuela[2] dictamino que de los 34 ministerios que integran el Ejecutivo Nacional, 11 se encuentran bajo la responsabilidad directa de un militar, lo que representa 32,35% del total.
Además, se evidencio que militares activos y retirados formaban parte de las directivas de 96 Empresas Propiedad del Estado (EPE), de un total de 706 compañías identificadas para ese año. Los nuevos hallazgos indican que, para septiembre de 2021, existen registros de 905 EPE, nacionales e internacionales, y que 103 de ellas tienen a representantes de las FANB en las juntas directivas. Por otra parte, también los militares mantienen su presencia en las empresas básicas centradas en el sector minero y metalúrgico. El holding de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) ha tenido 12 presidentes, de los cuales siete han sido militares activos o retirados.
La burocracia como un cáncer del Estado
Otro problema clave que sufre la sociedad venezolana es el incremento de la burocracia que contamina todo el aparato del estado. Al examinar el gigantismo del aparato público descubrimos que una de las causas principales que le origina es el compromiso previo que el gobierno asume con sus militantes para asignarles una función un puesto en la estructura del gobierno, como sucedió en el caso de PDVSA cuya nómina se triplico entre inicios del 2003 y finales de 2015, en función pública no se considera la utilidad ni la idoneidad del beneficiario sino más bien su adición a su partido político.
De tal manera que todas las decisiones que nos afectan desde la fijación de precios, los permisos para establecer industrias y hasta ciertas acciones absolutamente privadas como el ejercicio de la patria potestad o la administración de los bienes conyugales están envuelto en una especie de telaraña política en una atmósfera donde la política lo impregna todo y dónde está libertad está condicionada por esa politización del estado.
¿Un país rico que es pobre?
El Estado venezolano ha dilapidado gran parte de sus riquezas. De acuerdo con una investigación de la ONG Transparencia Venezuela, las obras inconclusas y abandonadas durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, han costado al país (hasta 2023), más de 316 mil veinticinco millones novecientos ochenta y cinco mil setecientos cuarenta y ocho millones de dólares, es decir, un total de 10 mil 960 dólares por cada habitante que tiene Venezuela actualmente. Sí, el monto de lo robado en obras que no se hicieron o se hicieron a medias, equivale a que cada venezolano deje de recibir casi 11 mil dólares.
El estado se ha desviado de sus fines fundamentales y del principio de separación de poderes que es uno de los principios básicos del sistema democrático por lo que el sistema democrático establecido en nuestra Constitución va perdiendo cada vez más su eficacia práctica. Buena parte de la actividad cumplida por los funcionarios del Estado debe estar destinada a facilitar la acción de los gobernados, no a imponer límites a sus iniciativas y barreras a su imaginación, sin esos obstáculos habría más ciudadanos dispuestos a crear mayor bienestar y mayor riqueza para el país y habría también muchos venezolanos dispuestos a capacitarse y a perfeccionarse en sus oficios y profesiones en vez de resignarse a que su progreso personal dependa de favores del político de turno.
Los vicios del Estado
El tráfico de influencias se ha vuelto un instrumento común usado en el aparato político del estado al igual que el nepotismo y la corrupción cosa que ha llevado como consecuencia el enriquecimiento súbito ilícito de funcionarios y de amigos de estos ocasionando pérdidas cuyas magnitudes como vimos anteriormente son ridículamente altas y que desangra la economía del país.
El pensador austriaco friedrich Von Hayek establece que “Cuanto más concentrado están los medios de producción en una sola mano, mayor es el poder que esa mano ejerce sobre nosotros. El poder que un multimillonario tiene sobre mí (no es mucho menor se preguntaba Hayek) que el del más pequeño funcionario con potestad para manejar la coerción del estado y a cuya discreción estaría sometida mi manera de vivir y trabajar”.
En esa pregunta está uno de los puntos críticos de la fuerza omnipotente del Estado cuando el poder de los funcionarios en quienes ha sido delegado dicho poder cuentan con imperio absoluto sobre la jurisdicción que está a su cargo, no existen los mecanismos de contrapesos, son los cobradores de peaje por derecho divino y al usar este poder perturban paralizan y destruyen algunas iniciativas privadas que podrían ejercer el bien común tanto para el colectivo como para el individuo en sí mismo, pero mucho más grave es que la mayoría de sus daños son irreversibles[3].
Soluciones simples para problemas complejos
En el pasado con el auge de la industria petrolera, a los gobernantes vieron la oportunidad de generar soluciones rápidas a las demandas y aspiraciones populares y se descubrió un portaestandarte y un chivo expiatorio perfecto, el portaestandarte fue llamado justicia social y el chivo expiatorio como ya sabemos fue llamado a empresa privada. Entonces existen dos caminos que se apertura ante nosotros de un lado está el individuo libre que acepta toda la responsabilidad, los esfuerzos de aprendizaje y de la competencia para su desarrollo integral y el de su comunidad.
Y un estado cuya misión esencial es el estímulo de esa facultad y la búsqueda del mayor bienestar para el mayor número de personas del otro lado está el estado providencial y autoritario qué nombre de la falsa justicia social confía en los miembros de su estructura a su funcionario de alto o mediano Rango el derecho a controlar intervenir y reprimir las acciones de los individuos.
Esa justicia social que el estado propugna y promociona igual para todo el mundo que premia indiscriminadamente tanto al flojo como al inválido, ha concluido en una pérdida del incentivo a la inversión y a la mejora constante, una segregación de la responsabilidad individual y una política repleta de la demagogia, la injusticia y ninguna de las virtudes propias de un estado de derecho y de Justicia como lo propugna el artículo de nuestra constitución, el estado no proporciona las condiciones para que el hombre pueda valerse por sí mismo, siempre respetando su dignidad y su persona.
¿Populismo y demagogia?
El filósofo Ortega y Gasset profundizo sobre este extraño fenómeno de la demagogia moderna a lo que llamó la socialización del hombre, este decía “Es una faena pavorosa porque no se contenta con exigirme que lo mío sea para los demás, sino que me obliga a que lo de los demás sea mío, por ejemplo, a que yo adopte las ideas y gustos de los demás y de todos. Así queda prohibido tu aporte toda propiedad privada incluso esa de tener convicciones para uso exclusivo de uno”.
¿Qué podemos hacer ante esta realidad?
Qué instrumento puede servirse la ínfima potestad de un individuo o de un pequeño grupo de individuos para hacerse huir o valer frente a este estado omnipotente, lo primero es aclarar que no hay error más grave sobre este hecho que el de la indiferencia ni sufrir pérdida más costosa que el de la desunión.
Se suele tolerar con cierta condescendencia los errores individuales, esta actitud es responsabilidad de todos porque son nuestras flaquezas y falencias las que alimentan la omnipotencia del estado y las que preparan el terreno para cualquier que el Estado pueda mantener el orden social por la fuerza cuando se permitió que se violentara ese orden social democrático, aunque sea de una medida ínfima y no lo defendemos estamos abriendo paso a la acción represora del estado.
Que en los últimos 25 años nos ha demostrado las nefastas consecuencias que esto ha tenido para el desarrollo del país, de la nación y sobre todo del individuo. La libertad y la justicia son valores por los que debemos luchar día a día.
«Porqué solo un pueblo sabio puede hacer un mundo libre»
[1] Louis-Philippe, conde de Ségur (10 de septiembre de 1753-28 de agosto de 1830) fue un militar, diplomático, historiador y poeta francés. Fue oficial en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y miembro de la Academia Francesa.
[2] Al hablar del estado nos referimos a la organización política de la sociedad cuyos elementos esenciales para su existencia son: Territorio, población y ordenamiento jurídico. Por otro lado, al hablar de gobierno nos referimos al conjunto de órganos a los que institucionalmente les está confiado el ejercicio del poder político, que tienen como objetivo lograr el cumplimiento de los fines del Estado.
[3]Transparencia Venezuela, 17 de noviembre de 2021 https://transparenciave.org/los-militares-mantienen-su-poder-en-importantes-cargos-de-la-administracion-publica/
[4] Marciel Granier. La generación de relevo vs El estado omnipotente. Publicaciones Seleven C.A. Año 1983 página 11-12.